Regocijaos en el sufrimiento, porque no hay recompensa en el Cielo para vivir una vida de comodidad y lujo.
Los que sufren en nombre del Señor han guardado para sí sumamente
grandes recompensas y tesoros en el Reino eterno y eterna del Cielo.
Alégrate! Alégrate!
Cuando el Señor venga, y de hecho ha de venir, Él hará volver todo al
revés y los valles se levantó y las montañas serán llanos.
Los parias se harán los reyes y los reyes y hombres de poder en esta
tierra pasarán a ser parias, arrojados a las tinieblas donde hay mucho
llanto y crujir de dientes.
Bienaventurados los pobres y ¡ay de los ricos.
Porque cuando nuestro Señor venga, vendrá con dos premios y recompensas.